
Confundidos, distantes, prevenidos, ensimismados en abstractos pensamientos y en ocasiones abanderados candidatos a engrosar los listados de suicidios en medicina legal; los niños afeminados casi siempre son víctimas del desalojo de sus propios intereses, gustos o disgustos. Deben aceptar el heteronormativo comportamiento como regla general de juego y someterse a él; preocuparse cada vez menos por su autocrítica y esperar en silencio el escrutinio frontal y morboso del reflejo de los espejos de los otros.