
Culturalmente se cree, que aquellas mujeres que tienen prácticas sexuales con otras, simplemente están en una etapa de experimentación y que cuando por fin superen este estado de transición, volverán como el perro regañado, a meterse el rabo entre las piernas. La mujer en muchas partes del mundo y todavía más en la ciudad de Cartagena, fue concebida (perdónenme la expresión) para hundirle los pelos y no para arecostarselos. Por otra parte, si una mujer quiere experimentar el “verdadero” placer sexual, debe ser penetrada para que su hombre le haga ver las estrellas.